miércoles, 24 de octubre de 2007

Jaqueline Dardano



Enseñame...
vos, guapo, que sos un poco más grande a construir un avión de plástico para escapar juntos a una isla de niebla.
Decime...
como puedo ser invisible a las serpientes que envidian esta maldita jaula de oro. Desde aquí no puedo tocar las flores ni beber sol ni salpicarme de lluvia.
Enseñame...
a dejarme llevar por vos, hacia el cuarto de hiedras, muñecas y pinturas donde todas las paredes saben a chocolate.
Abrazame ...
así. Con ternura adolescente...
Llename ...
de miedos esta valentía que me pone siempre en el lugar del león en este pueblo de hombres de papel y mujeres que amamantan con leche en polvo.
Dejame sentir cobijada por tu voz en este temporal. Gastame...
en versos y guardame herida en el bolsillo de tu saco.
Pero no me devuelvas a las rejas brillantes.
Aguantame un tiempo este silencio, no más, hasta que las alas vuelvan a crecer.
Dale ¿qué te cuesta?, deja que flote en los húmedos ríos de tu saliva esta flota de barcos de papel que aún no ha navegado...
Y que nadie sepa en redacción que en el bolsillo, justo delante de tu corazón, llevas un duende con cuerpo de mujer en el jardín de casimir.
Dejame asomar por la costura y observar tu mundo. Y reír a carcajadas porque nadie me ve. Porque al final he logrado ser un poquito de amor.