sábado, 6 de septiembre de 2008
Espejos
Beatriz enfiló su alma hacia el destino,
suspiro profundamente y libero las notas
que profusamente se adornaban
en las palmas de sus sueños.
A las siete menos quince, decidió
convertir las horas en destellos,
los ojos en quimeras
y los besos en espejos.
Ese día, al caer la tarde,
se acerco al lecho del cielo,
miró de reojo hacia atras
y enfilo su alma hacia el destino.